Un año después, sigue la crisis en el Rif

El 28 de octubre, el hirak ("movimiento") rifeño cumplirá un año de existencia. El balance es grave: más de 1 000 detenciones, cerca de 500 personas perseguidas o encarceladas, tres muertos, decenas de huelguistas de hambre algunos de ellos en estado crítico.

El nivel de represión, combinado con un estado de excepción no declarado, ha hecho difícil la prosecución de las movilizaciones. ¡Hay que recordar que Alhucemas ha tenido que hacer frente al equivalente de todas las compañías de CRS y gendarmería disponibles en Francia!

- Ruptura política.

Esta situación ha provocado un doble proceso: una ruptura política de masas en la región del Rif, sometida a un castigo colectivo, con las instituciones del poder, y un desplazamiento del conflicto al terreno de la liberación de las personas presas. El hirak ha alcanzado sus límites objetivos, no podía por sí solo cambiar la correlación de fuerzas global. Las iniciativas centrales se han hecho raras: la última, el 8 de octubre, una convocatoria de las organizaciones de juventud de izquierda, ha podido reunir en Casablanca, en una atmósfera combativa, a miles de personas, aunque se pueda lamentar la ausencia de una convergencia más amplia hacia diferentes sectores en lucha. Pero el hirak rifeño no está derrotado, aunque se haya vuelto muy difícil elaborar formas de lucha capaces de frenar la estrategia represiva del poder.

Ha habido llamamientos a celebrar en la calle la fecha del aniversario del lanzamiento de la movilización, cuando el juicio al núcleo duro de la dirección de la lucha está en curso y la salud de los huelguistas de hambre se ha degradado enormemente. De hecho, hoy, las iniciativas de luchas son defendidas o están ligadas al comité de las familias de personas políticas detenidas.

- La monarquía se protege.

La estrategia represiva del poder presenta límites serios y no frena la crisis política. En la apertura de la sesión parlamentaria el 13 de octubre, el rey ha constatado del fracaso del modelo de desarrollo, ligado a la naturaleza de la clase política incapaz de servir al interés general. Ha demandado un "seísmo político" para salir de esta situación y responder a las necesidades de la ciudadanía.

Esta crítica al Estado proveniente de su jefe principal no hace sino consagrar una forma de bonapartismo, con el objetivo de quitar responsabilidad a la monarquía, que exige de los demás "rendición de cuentas" y "transparencia", pero no para sí misma. Traduce también dos objetivos: las cuestiones sociales no son cuestiones políticas sino un problema de gestión técnica, de competencia y de disfuncionamiento administrativo. La monarquía, constatando el fracaso de las mediaciones políticas, está protegiéndose mediante una pantalla de humo cuando las urgencias sociales alumbran braseros por todas partes y ponen en cuestión las políticas globales. Responde a las protestas con un aparato de seguridad que sustituye a una fachada democrática incapaz de canalizar las revueltas de abajo.

- Desarrollo de las luchas sociales.

Y el segundo límite está ahí: las movilizaciones sociales se desarrollan. En Zagora, en el sur, bajo formas muy próximas a la experiencia rifeña, la población se manifiesta, en particular las mujeres, contra la ausencia de aprovisionamiento en agua potable en una región en la que los terrenos de golf y el agronegocio extraen gran cantidad de las reservas de agua disponibles, ¡cuando las facturas continúan cayendo! Este "hirak de la sed" ha sido reprimido duramente. En numerosas ciudades y barrios populares, las luchas locales se desarrollan alrededor de las cuestiones de salud pública, de los problemas de polución, de empleo y de despidos, a veces con un alcance nacional como en el caso de los y las médicas en formación. Estas luchas, aunque desconectadas entre si, traducen una toma de conciencia creciente de la necesidad de contar con sus propias fuerzas. El temor del poder a una explosión social general es real. Lo que lleva a fortiori a tomar el Rif como un ejemplo disuasivo que muestre el precio a pagar.

En esta coyuntura, la cuestión de una solidaridad internacional concreta toma una significación decisiva. La lucha por la liberación de las personas políticas presas se convierte en una línea en la que se juegan las capacidades de reestructuración política y securitaria del poder y su estrategia de contención de las movilizaciones. Una victoria en este terreno sería una derrota política muy importante para el poder y un punto de inflexión en la construcción de una nueva correlación de fuerzas.

(Chawqui Lofti en NPA, traducción de Faustino Eguberri en Viento Sur)